Wednesday, February 11, 2009

El jesuita y el chiita (1)

Después de un breve receso vuelvo a escribir. Y lo hago con una historia antigua y supongo que conocida por algunos. Un intercambio de mensajes electrónicos con un viejo amigo y el anuncio de una conferencia sobre la tensión entre el secularismo y la religión en mi universidad, me hicieron recordar lo que cuento a continuación.
Cuando entré a la universidad, uno de los cursos obligatorios era el de introducción a las ciencias sociales. Dictada por dos profesores, uno de ellos, tal vez el más carismático, era un sacerdote jesuita. Aparentemente progresista y lúcido, fue uno de los maestros que más influyo en muchos de los alumnos quienes, me imagino, veían en él un ejemplo de cómo ser moderno y religioso a la vez.
Uno de los momentos de gloria en la vida de este profesor había sido la ocasión en que participó en un panel conjuntamente con Roger Garaudy. Confesó en clase que atesoraba una grabación del evento ya que consideraba que difícilmente volvería a hablar en público al lado de una eminencia igual. De hecho, Garaudy había sido presentado en clase como uno de los más importantes teóricos marxistas del momento. Creo que detrás de esta sobrevaluación de Garaudy se encontraba el hecho que éste propugnaba un diálogo entre el catolicismo y el marxismo. Para el intelectual francés estos eran los únicos sistemas intelectuales que poseían respuestas para todos los aspectos de la existencia humana. Y, por lo tanto, los únicos que podían establecer un diálogo fecundo y constructivo. Estas ideas eran obviamente atractivas para un sacerdote que presumía de progresista.
El jesuita tuvo un fin dramático.
Luego de un par de años de haber abandonado mis estudios, me encontré con un amigo que seguía en la universidad. (Hoy es un prominente economista). Y me informó que el sacerdote había muerto. Conmovido por la guerra de Las Malvinas había viajado a la Patagonia para seguir de cerca los acontecimientos. Falleció en un cuarto alquilado. Se creía que la cocaína había contribuido a su muerte. También el estrés causado por el desarrollo de la guerra. Dado el tipo de interacción que solía tener con algunos estudiantes, no es imposible que entre los marinos estuviera algún ex-amante. Por cierto, yo no sabía nada sobre sus preferencias sexuales o sus pasatiempos sicotrópicos.
Aunque de una manera menos dramática, tampoco le ha ido muy bien a Garaudy. Curiosamente en clase no se mencionó que había dejado el Partido Comunista y se había convertido al catolicismo en 1970. Pero éste no fue el fin del viaje intelectual o tal vez espiritual de Garaudy. En 1982 se convirtió al Islam; al chiismo para ser más exacto. Y hoy en día es más conocido como un negador del holocausto que como el intelectual marxista o el apasionado defensor del rapprochement entre éste y el catolicismo que una vez fue. (se continuará)

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