Sunday, January 25, 2009

Dado n+1, entonces Mario Vargas Llosa = John Kerry


En el último número de n+1, la influyente revista neoyorquina que tiene entre sus editores a dos colegas de la universidad en que trabajo, se puede leer el siguiente comentario: “Los escritores extranjeros son como nuestros candidatos a la presidencia: se benefician si han sido prisioneros de guerra o si tuvieron una niñez pobre. (Pobre Mario Vargas Llosa, pituco y elegante, con tan buen cabello, es el John Kerry de las letras latinoamericanas)” (“On Bolaño” 11). Este pasaje se encuentra en un artículo sobre Roberto Bolaño que es tanto un análisis de la Bolañomanía que afecta a círculos culturales norteamericanos, como un ejemplo de esta epidemia literaria. Como muchos otros ensayos publicados en n + 1 éste no lleva firma.
La cita genera una serie de preguntas, algunas de importancia. Por ejemplo, a pesar del tono de burla, hace hincapié en la irracionalidad del proceso de inclusión de autores internacionales dentro de la república norteamericana de las letras. Inclusive el ejemplo de Kerry, utilizado por n+1 para mofarse de Vargas Llosa, enfatiza este hecho. El ganador de la contienda electoral en la que Kerry participó fue, para desgracia de todos nosotros, George W. Bush, la persona menos calificada para ser presidente que uno pudiera imaginarse. Y los motivos que llevaron a su victoria, a pesar de ya haber gobernado desastrosamente durante cuatro años, son deleznables: la inexplicable simpatía personal que algunos sintieron por él, la creencia equivocada que él poseía cualidades morales superiores a Kerry, un bajo nacionalismo, creencia en la necesidad de la fuerza bruta como característica central de la política exterior, etc. A pesar de que el resto del artículo intenta justificar la popularidad de Bolaño, el pasaje citado presenta a la popularidad de autores extranjeros como basada en un proceso irracional. En otras palabras, más allá del valor de la obra de Bolaño, que no niego, n+1 afirma, tal vez involuntariamente, que la elección del novelista chileno como representante latinoamericano dentro del canon contemporáneo visto desde Nueva York se debe a motivos extra-literarios. Y la burla hacia Kerry y Vargas Llosa—centrada en la apariencia pulcra de ambos—no puede ser más pueril. Aunque detrás de esto hay la clara insinuación que la escritura de Vargas Llosa sufre de una excesiva pulcritud. Parecería que para n+ 1, el autor de La ciudad y los perros o Conversación en la catedral es un escritor incapaz de tratar los aspectos oscuros de la existencia humana.
La cita también genera otra pregunta: ¿por qué hay que elegir entre Vargas Llosa y Bolaño? ¿Acaso no hay lugar en la república de las letras para ambos? (Y no puedo resistir añadir otros nombres contemporáneos: Ricardo Piglia, Jorge Volpi, Fernando Vallejo). La respuesta es obvia: no hay necesidad de escoger. Uno puede admirar a ambos escritores. Sin embargo, también es cierto que pareciera que a los círculos culturales norteamericanos—o, por lo menos, a los editores de n+1—les es difícil gustar de más de un autor latinoamericano a la vez.
Se podría escribir mucho más sobre esta breve cita. Por ejemplo, me parece increíble que a estas alturas alguien ponga en duda el lugar de Vargas Llosa dentro de la literatura mundial. (¿Puede interpretarse esto como reflejando una pérdida de prestigio de parte del boom?). Además, como me lo señaló Nicholas Birns, el pasaje refleja la tendencia norteamericana a borrar el radicalismo político de la obra y, hasta cierto punto, vida de Bolaño. Hay mucho más que decir, pero esta entrada ya ha sido demasiado larga.

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